sábado, 8 de febrero de 2014

EL INTRUSO, por Augusto M. Torres






Creador de las compañías independientes de producción y distribución American International Pictures y New World Pictures, Roger Corman (1926) debe su fama a la eficacia con que realiza sus diferentes actividades. 

En su calidad de productor da su primera oportunidad, entre otros muchos, a los directores Francis Ford Coppola y Martin Scorsese, los actores Robert de Niro y Jack Nicholson y el guionista Robert Towne. En cuanto distribuidor difunde por Estados Unidos importantes películas europeas de, por ejemplo, Ingmar Bergman, Federico Fellini, Francois Truffaut. 

Es conocido sobre todo por haber montado en la segunda mitad de los años 50 un eficaz, rápido y económico sistema de producción que le permite dirigir veinticinco películas de bajo presupuesto en cinco años. E incluso que algunas, como I, Mobster (1958), Un cubo de sangre (A Bucket of Blood, 1959) y La pequeña tienda de los horrores (The Little Shop of Horrors, 1960), se hayan convertido en pequeños clásicos de la serie B. 

Sus películas más conocidas como director y productor son las siete de terror que realiza a comienzos de los sesenta sobre cuentos de Edgar Allan Poe, convertidos en guión por Richard Matheson. Da una idea muy clara del éxito de estas producciones que la primera, La caída de la casa Usher (House of Usher, 1960), se rueda en quince días por doscientos mil dólares, y la última, La máscara de la muerte roja (The Masque of the Red Death, 1964), se hace en cinco semanas por poco más de un millón de dólares. 

Entremedias de la serie Edgar Allan Poe, Corman realiza la más insólita de sus películas, que ocupa un lugar solitario en su filmografía. Basada en una novela de Charles Beaumont, uno de sus habituales guionistas, convertida en guión por él mismo, El intruso es un duro alegato antirracista, rodado con fuerza y convicción, una extraña producción de denuncia. 

A raíz de la aprobación en el Congreso de Estados Unidos de un programa de integración racial, por el cual un mínimo de diez estudiantes de color debe ser admitido en los institutos para blancos, llega a una pequeña población del sur el agitador social Adam Cramer, enviado por la reaccionaria sociedad Patrick Henry para despertar malestar entre los blancos por esta medida. 

El interés de El intruso se sitúa en la tela de araña que Adam Cramer teje a su alrededor y cómo acaba cayendo en su propia trampa. Tras coquetear con Ella McDamel, la hija del director del periódico local, gracias a la ayuda del poderoso empresario Robert Emhardt organiza un mitin. Allí habla de un complot comunista, encabezado por un judío y pagado con fondos de Moscú, para que Estados Unidos deje de ser un país libre y blanco. 

Soliviantada la población, el Ku-Klux-Klan hace su aparición, tiran una bomba en una iglesia y matan al cura negro. Al día siguiente dan una paliza al director del periódico por defender a los negros. Adam Cramer hace creer a su hija, Ella McDaniel, que matarán a su padre si no finge ser violada por uno de los negros de su instituto. 

Cuando están a punto de linchar al negro, Ella McDaniel dice la verdad, que ha mentido bajo el chantaje de Adam Cramer. Los alborotadores comprenden que han sido manejados a su antojo por un intruso, le dan la espalda y debe abandonar la población sureña. 

Roger Corman no encuentra productor para esta dura historia, pero la produce con la ayuda de su hermano Gene Corman y gracias a los beneficios obtenidos con La caída de la casa Usher y El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, 1961). Rodada en pequeños pueblos del sur para lograr un mayor realismo, el equipo encuentra múltiples dificultades cuando los habitantes descubren la verdadera naturaleza de la película. Son amenazados, deben rodarla en diferentes localidades y conseguir los últimos planos de forma secreta. Una vez acabada ninguna distribuidora la quiere, debe hacerse cargo de ella el propio Corman y no tiene el menor éxito. 

A finales de los 60, cuando el éxito permite a Corman realizar películas más caras y ambiciosas, como Los ángeles del infierno (The Wild Angels, 1966), La matanza del día de san Valentín (The St. Valentine’s Day Massacre, 1966), Mamá sangrienta (Bloody Mama, 1970) y El barón rojo (Von Richthofen and Brown, 1971), intenta hacer otra producción sobre el problema racial. El proyecto se denomina Explosión y trata sobre la vida de un sheriff negro en una población del sur. Primero se anuncia con él como director y más tarde con Monte Hellman y Samuel Fuller y Corman sólo como productor, pero no encuentran financiación y no llega a materializarse.


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